martes, 22 de noviembre de 2011

CORAZONES Y LLUVIAS

Corazón de mimbre. Muchos. Por todas partes. Todos alzan la voz. Ya no se rompen.
Quizás los de piedra se extinguieron hace mucho.
Pero es que un corazón de piedra debe pesar en el pecho.
El mimbre se dobla, no se parte. Pero cuando se moja de desquebraja.
Qué putada. No entiende de lluvias ni de lágrimas.
Alguien solía decir "corazón de repuesto". Pero, claro, se rompió.
¿Dónde quedaron los originales? Los de músculo. Los que te hacen latir.
Yo tengo uno en una cajita. Uno muy rojo. De plastilina.
No se rompe. Ni le afecta nada. Sigue en su cajita. Igual de rojo.
Pero no es mío. Es un regalo. Uno que no supe utilizar en su día y ahora guardo.
Su dueño va por ahí con el de repuesto. El de mimbre. Y hoy llueve. Qué putada.
Cojo la caja con el corazón rojo. La abro. Parece que sí le afecta algo. Se ha vuelto duro.
Abrí tantas veces la caja para ver si seguía ahí, que el aire lo secó.
Ahora parece de piedra. Pero no pesa.
Así que tengo un corazón. Uno muy rojo. Era de plastilina, pero se volvió de piedra.
Creo que lo guardaré bien. Lejos de lluvias, lagrimas, aires y golpes.
Lo cuidaré, aunque no sea el mismo que me regalaron. No se romperá.

2 comentarios:

* dijo...

Qué bonito, tú. ¿Así que esto es lo que pasa cuando coges un lápiz?

Ya lo decía el Robe: "que nunca llevo el corazón encima, por si me lo quitan".

Guárdalo bien.

Sístole dijo...

Que sea moldeable como la plastilina (a mí de pequeña me encantaba morder la plastilina, shhh), flexible como el mimbre, fuerte como una piedra, bombeante como la vida, musculoso como el original...

Pero sobre todo rojo. Q sea rojo en plastilina, en mimbre, en piedra, en sangre y en músculo.

Y las lluvias pasarán a ser mucho más llevaderas. Yo creo q sí!