domingo, 22 de septiembre de 2013

Despedidas

Las lágrimas me recorren las mejillas y no entiendo porqué. Estoy en el tanatorio. He venido a despedirme. Miro a mi izquierda y llevo cogida del brazo a una de las personas que más quiero en este mundo. Encorvada, arrugada y endolorida, ella no llora. Se ha ido otro de los suyos, parte de su historia. Todos le aconsejan que se siente y descanse, a los 82 una ya no está para pasar muchas horas de pie, y menos cuando es evidente que las piernas no paran de temblarle. Pero dice que está bien, que con mi ayuda tiene suficiente. De repente se escucha el sonido de un violín, y ella empieza a llorar. Con los ojos hinchados y enrojecidos, intentando esconder la profunda tristeza que le recorre por dentro, me mira y me dice que con la música no puede. Y yo la cojo fuerte de la mano y deseo con todas mis fuerzas que ella no se vaya nunca.

Había llegado a creer que no recordaba cómo llorar.

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Right here, right now.

La idea era no tener expectativas. Ni buenas ni malas. Ir en piloto automático a donde te llevara el viento. Dejarse llevar. Tratar de decir a casi todo que sí (o más bien dejar de decir que no). Desconectar el cerebro. Y que poco a poco la vida se encargase de ponerte en tu sitio. Lo bueno de no esperar nada es que no dejas de sorprenderte y que poco a poco empiezas a sonreír más, a sentir más, a disfrutar más y a dejarte llevar de verdad. Y un día, de repente, llegas al punto más alto, y te encuentras a ti misma sentada en un banco de piedra, de madrugada, sola en la calle. Respiras profundamente, escuchas el silencio. Huele a jazmín. Y te sientes bien. Y empiezas a pensar en cada una de las personas que forman parte de tu vida, que con sus vivencias compartidas te han llevado a ser la persona que eres. Cada decisión tomada o no, acertada o errónea, te ha llevado a este punto. Un matojo de huellas andante. Pero más tú que nunca. Aquí y ahora. Tú. Y a seguir sonriendo. Por favor.