miércoles, 4 de septiembre de 2013

Right here, right now.

La idea era no tener expectativas. Ni buenas ni malas. Ir en piloto automático a donde te llevara el viento. Dejarse llevar. Tratar de decir a casi todo que sí (o más bien dejar de decir que no). Desconectar el cerebro. Y que poco a poco la vida se encargase de ponerte en tu sitio. Lo bueno de no esperar nada es que no dejas de sorprenderte y que poco a poco empiezas a sonreír más, a sentir más, a disfrutar más y a dejarte llevar de verdad. Y un día, de repente, llegas al punto más alto, y te encuentras a ti misma sentada en un banco de piedra, de madrugada, sola en la calle. Respiras profundamente, escuchas el silencio. Huele a jazmín. Y te sientes bien. Y empiezas a pensar en cada una de las personas que forman parte de tu vida, que con sus vivencias compartidas te han llevado a ser la persona que eres. Cada decisión tomada o no, acertada o errónea, te ha llevado a este punto. Un matojo de huellas andante. Pero más tú que nunca. Aquí y ahora. Tú. Y a seguir sonriendo. Por favor.

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