martes, 11 de diciembre de 2012

RECUERDOS

Vuelve a venir dedicado y yo, irremediablemente, me acuerdo de ti. Me acuerdo del pequeño trozo marrón de cartulina donde lo escribiste. Debe estar recordándote también desde dentro de mi caja de los recuerdos. Casi puedo oírle gritar "¿cómo habéis dejado que pasara esto?". Pero aquí estoy, sin saber nada de ti y reviviendo aquella época en que no creímos invencibles. Supongo que es la semana perfecta para preguntarme a mi misma... ¿qué andarás haciendo ahora?

La luna se puede tomar a cucharadas
o como una cápsula cada dos horas.
Es buena como hipnótico y sedante
y también alivia
a los que se han intoxicado de filosofía.
Un pedazo de luna en el bolsillo
es mejor amuleto que la pata de conejo:
sirve para encontrar a quien se ama,

para ser rico sin que lo sepa nadie
y para alejar a los médicos y las clínicas.
Se puede dar de postre a los niños
cuando no se han dormido,
y unas gotas de luna en los ojos de los ancianos
ayudan a bien morir.

Pon una hoja tierna de la luna
debajo de tu almohada
y mirarás lo que quieras ver.
Lleva siempre un frasquito del aire de la luna
para cuando te ahogues,
y dale la llave de la luna
a los presos y a los desencantados.
Para los condenados a muerte
y para los condenados a vida
no hay mejor estimulante que la luna
en dosis precisas y controladas.
                                                Jaime Sabines

Supongo que, después de todo, me sigues tomando así.
En dosis precisas y controladas. 

No hay comentarios: