lunes, 3 de diciembre de 2012

M

Ya son 29, casi 30, y para mí sigue siendo como si tuviese 20. Nos quedamos ahí, entre el "te necesito" y el "no te soporto". Amor-odio. Pero sobre todo amor. Al fin y al cabo es la única que tengo. Se lamenta muchas veces, dice que ha sido una mala influencia, un mal ejemplo. Que con el paso del tiempo y la repetición de ciertos sucesos vitales he ido perdiendo "mis cojones", los que tanto ha admirado desde siempre. Y no es eso, es que la vida te cambia. Tendemos a hablarnos mal, a decirnos cosas que duelen y a la vez tranquilizan porque te hacen poner las cosas en su sitio. Sé que el "no te soporto", cuando esté lejos, se convertirá en un "vuelve", porque tenemos el mismo miedo a la pérdida y al cambio. Igual de idiotas. Ni que viniesemos de la misma "fábrica". Hoy he sido una chiflada para ella, una tarada que a pesar de no creérselo ni ella misma le ha demostrado que las cosas pueden ir bien, que a veces solo hace falta sonreirle un poco a la vida para que ella te devuelva esa sonrisa. Mañana haremos una pequeña acción por el mundo y empezaremos a poner fin a una etapa que, a pesar de todo, le ha demostrado que vale la pena vivir, aunque todavía no haya decidido cuál es su lugar.

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