miércoles, 2 de julio de 2014

Control emocional

Todo el mundo se plantea en algún momento de la vida cómo le llevará a reaccionar el instinto básico, el más profundo y animal que nos conforma, ante situaciones que nos superan. Estudiando en una asignatura cómo aprenden los bebés a manejar sus emociones se especifica que la tendencia es huir del estímulo no deseado. Unos huyen evitando la mirada, otros succionan o muerden para relajarse y evadirse, otros fijan su atención en un objeto específico y otros evitan cualquier contacto con el ente extraño. Supone un arduo aprendizaje esto del control emocional para nuestros miniyos.

Sin embargo, llegada la situación, algunos siguen corriendo o siguen sin ser capaces de mirar de frente lo que nos produce daño. Otros, afrontan.

Recuerdo que la primera vez grité.  Recuerdo que la segunda fijé la mirada en la pared que tenía en frente (blanca, con el goteo característico de los 90) y luego me reí. La tercera vez reaccioné, sorprendiendo a todo el mundo que tenía alrededor. La cuarta... bueno, sentidos agudizados al 100%, a la espera de entrar en acción, de poder hacer algo. Cualquier cosa.

Es curioso porque soy de las personas que suelen huir. Sin embargo, cuando la realidad supera a mis emociones es como si me invadiese otra persona. Y esa persona es fría, pero sabe lo que hay que hacer. Y se lo agradezco.

1 comentario:

Recomenzar dijo...

me ha encantado la magia de tus palabras