"Los recordatorios de experiencias difíciles pueden aminorar el ritmo del desvanecimiento normal de las emociones dolorosas con el tiempo.(...) El recordatorio continuo puede fortalecer la evocación de los detalles perturbadores de lo sucedido hasta el punto de que la persistencia sea insoportable.(...)
Los recordatorios de experiencias desagradables pueden hacer que nos impliquemos en algo que recibe el nombre de "pensamiento contrafáctico"- creación de marcos hipotéticos alternativos de lo que podría o debería haber habido-. (...)
El pensamiento contrafáctico persistente puede ser mucho más grave cuando los individuos creen que podían o deberían haber intervenido para evitar una tragedia."
Vamos, el "ojalá hubiera.." de toda la vida que se encarga de hacer acto de presencia constantemente recordándonos que podríamos haberlo hecho mejor.
lunes, 7 de mayo de 2012
miércoles, 2 de mayo de 2012
EL INSOPORTABLE ECO DE TU VOZ
"Observando
al mundo en general, día tras día, veo una agónica necesidad de
sentirse siempre acompañados, de que siempre exista alguien al otro
lado del teléfono, o esperando en su destino, o llenando cada hueco de
su agenda para no estar nunca solos y así evitar el silencio. O el
vacío. Se empachan de planes y acaban siempre exhaustos, rendidos, y
duermen bien por las noches (de puro cansancio o ...con
pastillas, los más graves). Y todas las mañanas siguientes amanecen
temprano porque siempre tienen mucho que hacer, una vida social
frenética y coordinada al milímetro con su jornada en la universidad o
el trabajo, su cita con el gimnasio, las clases de inglés o de cocina,
la compra, lavar el coche, el zapping, emborracharse, jugar al Call of
Duty o sacar al perro; y así día tras día, semana tras semana y un mes
tras otro hasta que al fin, aunque sólo sea por pura inercia o por
falta de costumbre, consiguen su objetivo: no escucharse, descartar un
contacto íntimo o introspectivo con ellos mismos.
Tal vez les
aterra el eco insoportable de su voz interior, qué podría decir si la
escucharan. Tal vez no quieren sorpresas por miedo al abismo, al
fracaso del YO, al indomable potencial que todos llevamos dentro.
Imagina que un buen día te sorprendes pensando que todo es relativo y
de súbito comienzas a cuestionarte tus propias rutinas, tus costumbres,
por qué haces lo que haces o si realmente encuentras placer en ello.
Imagina que ese nuevo relativismo te lleva a mandarlo todo al carajo,
traumas incluidos, y empiezas de cero en otra parte, más lejos de todo
pero mucho más cerca de ti. Imagina que comienzas a conocerte, a
aceptarte y a quererte tal y como eres. Imagina que ya no necesitas
proyectarte en el amor de los demás porque ya eres capaz de producirlo
por ti mismo. Qué miedo, ¿no?"
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